Opinión | Las muertes políticas: heridas de la sociedad

Frontis de La Moneda con la proyección de la frase:

Por Hernán Palma Pérez | Diputado de la República de Chile por La Pintana, Puente Alto, La Florida, Pirque y San José de Maipo

El lunes recién pasado nos enteramos de la condena a los asesinos de Víctor Jara, el martes por la mañana despertamos con la noticia de la muerte de Guillermo Tellier, el presidente del Partido Comunista de Chile.

A días de la conmemoración del atentado a La Moneda, es importante tomar postura. No se trata de dividir al país, sino todo lo contrario. La memoria colectiva es importante para la identidad de la nación, y no se puede desconocer la historia.

El 16 de septiembre de 1973 fue asesinado Victor, junto con miles de personas más cuyo único «delito» era pensar diferente a los planes establecidos por Estados Unidos para Chile en el contexto de la guerra fría, diferente a quienes ampararon la crueldad y el terror como forma de gobierno. La justicia tardó 50 años en llegar a la familia del cantautor, pero no podemos olvidar que decenas de miles de personas no han logrado sentir esa justicia por sus seres queridos, detenidos desaparecidos.

Tenemos que decir fuerte y claro: Chile necesita justicia y garantías de no repetición, para que nunca más se transite por los pasillos más oscuros del poder, esos que propugnan la violencia en sus diversas expresiones como forma de hacer política

A pesar que un sector político hoy celebra la muerte de Guillermo y otro le desea honor y gloria, lo más importante es que sepamos todas las verdades y logremos comprender, a través de la empatía, que la paz solo será alcanzada mediante la justicia, y que la justicia no existe sin memoria.

Guillermo fue perseguido, encarcelado, torturado y exonerado político. Victor sufrió vejámenes similares. El primero sobrevivió y tuvo una muerte digna, el segundo fue acribillado por los militares en el Estadio Chile. No es solo impresentable, es inhumano que existan seres desalmados en la Cámara de Diputados y Diputadas que pretendan instalar que ambos «están bien muertos».

“Nuestra patria merece sanar heridas”

La democracia es pluralista y tolerante, la sociedad también lo es, pero la tolerancia es paradójica, y sus límites están aquí. Tenemos que decir fuerte y claro: Chile necesita justicia y garantías de no repetición, para que nunca más se transite por los pasillos más oscuros del poder, esos que propugnan la violencia en sus diversas expresiones como forma de hacer política.

Nuestra patria merece sanar las heridas de la dictadura. En el contexto del Plan Nacional de Búsqueda, hoy quiero invitar abiertamente a romper los pactos de silencio, toda información que se dirija hacia reconciliar a nuestra nación es bienvenida, y el incentivo es ese: sanar las heridas de nuestra sociedad, no se debería requerir ningún raspado de olla para hablar.

El suicidio del militar en retiro que fue condenado por el crimen cometido contra Victor se lee como un acto de no reconocimiento ni arrepentimiento, pues Chacón prefirió morir en su ley antes que pisar una cárcel, y nos hace concluir que, a pesar de ser culpable, murió convencido de que hizo lo correcto.

Durante el estallido social en 2019, ocurrieron -en confusas circunstancias- las muertes Ariel MorenoManuel Rebolledo y muchos otros. El 2015 fue Camilo Catrillanca. Yo me pregunto entonces ¿Hasta cuándo el Estado de Chile permitirá asesinatos con motivos políticos?

“No se trata de resentimientos”

La no violencia debe ser la regla general en todas partes, la política debe hacerse de forma dialogante. Y quiero ser enfático en esto, porque los sectores que hoy celebran la muerte de Guillermo Tellier, son los mismos que pusieron el grito en el cielo cuando fue asesinado Jaime Guzmán.

No queremos más muertes en política, la violencia se condena siempre, la dignidad y la vida humana son los valores supremos en toda cultura, por lo cual me veo profundamente conmovido en esta época en la cual se cumple medio siglo del inicio del gobierno del terror.

Un mantra repetido por la derecha es que “sin un Allende no hubiese habido un Pinochet” y aunque esa afirmación parece razonable, no debemos olvidar que Allende llegó al poder por la vía democrática y que se opuso fervientemente a la revolución armada. La única forma de sanar las heridas políticas de nuestra sociedad es la verdad y la justicia, nadie puede pretender que el olvido traiga consuelo, y no se trata de resentimientos, sino de poder vivir un duelo y reconciliarse con mínimos civilizatorios.

No al negacionismo, no más muertos por luchar.

Buzón de ideas